8 de enero de 2014

De "Hércules", oleajes, vórtices polares...

Estos días están siendo noticia diversos fenómenos atmosféricos y sus repercusiones en mar y tierra. Como suele suceder en estos casos, aparecen frecuentemente errores y exageraciones y, como no, surge la posible relación de todo ello con el proceso de calentamiento global, ya también bastante discutido en los últimos tiempos.

En España, tras el revuelo provocado por las ciclogénesis explosivas ocurridas muy lejos de nosotros y a las que ya me referí en una anterior entrada, ha sido noticia el gran oleaje registrado en las costas gallegas y cantábricas por una fortísima mar, en buena medida de fondo, provocada por una gran borrasca situada muy lejos de nosotros, pero ubicada de tal manera que el oleaje que provocaban sus vientos tenía un gran recorrido sobre el mar abierto, desarrollándose más y llegando a nuestras costas con grandes alturas. Pues bien, esta borrasca no era sino la evolución de la que se dio en llamar en Estados Unidos "tormenta Hércules" y que originó un gran temporal de nieve en la zona oriental de Estados Unidos. En realidad ni era "tormenta" -hay que recordar que en castellano "storm" es "borrasca" y no "tormenta"- ni se llamaba oficialmente "Hércules" que es sólo un nombre dado por la empresa "Weather Channel" de forma totalmente unilateral sin el respaldo de las instituciones meteorológicas oficiales.

Topografía de 500 hPa del 3 de enero a las 12UTC (ECMWF). Sobre la costa oriental de Estados Unidos puede verse la  vaguada que daba soporte a la profunda borrasca de superficie denominada "Hércules" situada en la zona delantera de la misma. Obsérvese en colores azules y morados la entrada de aire polar que contribuía a la intensidad de la perturbación.  Hacia el extremo noroccidental de Cánada puede verse otra importante masa fría que es la que, dos o tres dias después, da lugar a la gran ola de frío en Estados Unidos. Ambas masas forman parte del llamado "vórtice polar"

Pues bien, todo lo descrito no son sino distintas manifestaciones de un mismo hecho: la gran actividad ciclogénetica - es decir, de creación de borrascas- que está desarrollándose esta temporada en el Océano Atlántico. Es normal que a final del otoño y durante el invierno aparezcan algunas borrascas muy profundas pero, el gran número de las de esta temporada y su marcada intensidad, está por encima de los valores que podrían considerarse normales. Como ya he expresado en alguna otra ocasión, intuyo que ello está relacionado con la casi ausencia de ciclones tropicales en el Atlántico en la temporada de este año. Esta circunstancia puede haber dejado sin gastar una gran cantidad de energía acumulada en el océano que ahora está disponible para alimentar a estas borrascas que, en otro caso, seguramente habrían sido menos en número y también menos intensas. Indudablemente, si a ello se une un fuerte contraste entre las masas de aire que pone en juego la incipiente borrasca, la intensidad es aún mayor. Eso sucedió en la generación de "Hércules" donde la masa aérea procedente del norte era ya muy fría como un adelanto de lo que iba a suceder dos o tres días después.

Mismo mapa que el anterior pero ahora correspondiente a las 12 UTC del 6 de enero. Se observa en colores oscuros la profunda penetración de una parte del aire ligado al vórtice polar sobre Estados Unidos en el seno de una marcadísima vaguada del chorro polar. La que sustentaba a la borrasca "Hércules" es la que ahora se encuentra en el ángulo superior derecho de la imagen.

Efectivamente, a partir del día 5 una gran ola de frío se ha abatido sobre la mayor parte de Estados Unidos provocando las temperaturas mas bajas de, al menos, los últimos veinte años. Rápidamente saltó a los medios el nombre del "culpable": la llegada del "vórtice polar", al que algunos medios incluso han llegado a llamar el "huracán polar". Aunque lo de "vórtice polar" se ha extendido por todo el mundo causando cierto revuelo no hay nada de nuevo en este fenómeno. Se trata de una circulación ciclónica (es decir de vientos circulando en sentido contrario a las agujas del reloj en el hemisferio norte) centrada en las regiones polares, rodeándolas,  y que se extiende desde la troposfera media hasta la estratosfera. (Véase aquí la definición de la American Meteorological Society en 1959) En el caso del hemisferio norte, el "vórtice" desde un punto de vista climatológico, suele tener dos centros bien marcados: uno sobre la Tierra de Baffin y otro sobre la zona oriental de Siberia, y en ellos se concentra aire extraordinariamente frío. Este "vórtice" está contenido por el chorro polar que, en el hemisferio norte discurre al sur de él. Cuando este chorro presenta grandes ondulaciones y una de ellas afecta a alguno de estos centros, éste encuentra su camino abierto hacia el sur, al fondo de esa vaguada de la circulación general y causa estas abruptas irrupciones frías. En Norteamérica el causante suele ser el citado centro de la Tierra de Baffin o zonas cercanas y en Europa es el de Siberia. Ese aire frío que afecta con cierta frecuencia a la Europa oriental y central puede llegar incluso a España -recordemos las veces que se ha hablado del "expreso siberiano"- sobre todo cuando hay fenómenos de retrogresión y una gran vaguada del chorro se orienta en dirección nordeste-suroeste. 

Como no puede ser menos, esta sucesión de fenómenos extremos -no olvidemos la tremenda ola de calor de Argentina o el año más cálido en Australia desde que hay registros- lleva a la típica pregunta de si todo ello está relacionado con el cambio climático.  Aunque no es el momento de extenderme mucho sobre ello, lo que si puedo decir es que, en su gran mayoría, están relacionados con corrientes en chorro bastante onduladas y que cada vez surgen mas estudios que señalan que un calentamiento de los polos conducen a chorros cada vez mas ondulados. Puede argüirse que, este año, el anómalo calentamiento del Ártico ha disminuido y que el comportamiento de la Antártida sigue sin estar claro en absoluto. Junto a ello están las investigaciones -aquí puede verse una interesante muestra de hace muy pocos días- sobre el papel de la acumulación de energía por parte de los océanos o, también, de la posible estructura de lo que denominamos "variabilidad natural" en el comportamiento de océanos y atmósfera y su interacción con la acción antropogénica. Sobre ello este otro artículo es una muestra interesante. Se trata de un puzzle extraordinariamente difícil pero estas son las piezas que tenemos y seguro que saldrán otras. Hay que avanzar sin tener toda la información y eso nos va a pasar siempre. En la relativa oscuridad creo que la vía a seguir es la que genere un mayor consenso científico.


6 comentarios:

  1. Muy buen artículo... MAESTRO... y los enlaces con las explicaciones climáticas son excelentes y aclaran perfectamente las teleconexiones entre el papel de la PDO , las aguas del Pacífico y la atmósfera.

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    1. Gracias Empar. Aunque no sea posible conseguirlo del todo, es importante darnos cuenta de que todo está relacionado y que, aunque analicemos distintos fenómenos por separado, no puede perderse nunca de vista su contexto global.

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  2. Muy clarificador. Lo suscribo totalmente. Convendría que los informadores se lo leyeran para formarse rigurosamente en meteorología y climatología. Se lee cada disparate que da sonrojo.
    Un saludo, maestro, desde Canarias (ACANMET)

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  3. Muchas gracias. Uno de los problemas más importantes es que tenemos muy pocos periodistas verdaderamente especializados. Cambian de tareas con mucha rapidez y así no hay forma. De todos modos creo que poco a poco vamos consiguiendo avanzar, aunque cueste bastante.

    Un saludo cordial.

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  4. Así es Ángel, no se debe perder de vista el contexto global,,, por eso cuando a veces sacan unas previsiones estacionales ....me quedo anodada de ver que no tienen en cuenta cosas tan básicas para nuestra latitud como es el patrón de la AO y la NAO y sus variaciones ... y así como algo tan básico también a mi entender como la posición de la ZCIT ,,, según la estación del año ... y no me alargo más por no hacerme pesada...

    Pero siempre he pensado que hay que ver como está arriba la estratosfera , y luego observar sus consecuencias en la troposfera ... repito que todo depende de la estación del año, pues ello es el resultado de la incidencia solar sobre las distintas latitudes ...

    grácias MAESTRO por este interesante artículo, haber si se despiertan algunas consciencias....

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  5. Gracias de nuevo Empar. Los modelos de predicción estacional parten de análisis en los que necesariamente tienen que estar representados los fenómenos físicos que luego son "medidos" y caracterizados mediante los valores de la AO o de la NAO, que en el fondo no son sino índices de cuan ondulado está el chorro polar. El problema - o a lo mejor no lo es- es que muchos de los predictores actuales son "interpretadores de mapas" -y lo hacen muy bien- pero no diagnosticadores de datos y configuraciones como lo eran antes de aparecer los modelos. Se ha perdido mucho de la "visión física" aunque se ha ganado en acierto en las predicciones porque, aún teniendo esa buena visión física, las predicciones no daban mucho de sí. Desde hace tiempo opino que el papel de los predictores tiene que evolucionar....pero eso es para discutirlo en otro contexto!
    Un saludo cariñoso.

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