5 de abril de 2015

¿Cansados del cambio climático?

Hace muy pocos días, la página web de la BBC, ha publicado un resumen de su programa radiofónico The Inquiry, en el que se planteaba la disminución de la cobertura mediática en relación con el cambio climático, aún cuando el consenso científico sobre su realidad es cada vez más amplio. En el reportaje, The Inquiry se dirige a cuatro personas expertas en cambio climático y comunicación; les pregunta sobre las razones de esta tendencia y si ellos creen que nos estamos cansando de hablar sobre este tema. 


Ilustración: Toté (blog.elcomic.es)

En general, los cuatro coinciden en ese planteamiento y cada uno da sus razones particulares. Así, Max Boykoff, fundador del Observatorio de Cambio Climático y Medios reconoce que, tras el "pico" de cobertura informativa de 2009, coincidiendo con la Conferencia de Copenhague, el interés mediático ha ido descendiendo globalmente, de modo que, entre aquel año y 2014, ese descenso ha sido de un 36 por ciento. Reconoce además que en las redacciones se está reduciendo el número de periodistas expertos en esta cuestión.

Por su parte, Jennifer Morgan, directora del programa de Cambio Climático del Instituto de Recursos Mundiales, achaca la pérdida de interés al cansancio de muchos líderes mundiales, sobre todo europeos,  tras los pobres resultados de la Cumbre de Copenhague.

Robert Gifford, psicólogo especializado en temas ambientales, destaca tres puntos sobre el problema. El primero, es la dificultad del cerebro humano para pensar y planificar sobre cuestiones que ve lejanas en el tiempo. El segundo, el cansancio - y la "desconexión"- que provocan en las personas los mensajes repetitivos. Y el tercero, la interpretación subjetiva, y a nuestro favor, que hacemos de los mensajes recibidos.

Por último, Joe Smith, profesor de Geografía de la Open University, ve errores en la forma de comunicar el problema. Entiende que no son adecuados los mensajes basados en el miedo, así como que no puede darse como un problema científico ya resuelto y en el que sólo cabe ya pasar a la acción cuando, en el fondo, "la ciencia del clima es inacabable". Arguye también que no puede haber un lenguaje único para hablar del problema: no se puede hablar igual con un padre en la puerta de un colegio que con un hombre de negocios.

Coincido en gran medida con las opiniones de estos expertos. Ese "cansancio" de los medios es palpable. Ha habido una saturación de titulares, con frecuencia catastrofistas, y quedan pocas posibilidades de construir otros que atraigan al público. Y, cuando preguntan a los científicos, éstos les ofrecen probabilidades, algo que, por desgracia, resulta poco periodístico, aunque desgraciados accidentes nos hacen ver, cada vez con más claridad, que hay que aceptar necesariamente la probabilidad en nuestras vidas. Mientras tanto, el público, o buena parte de él, se ha acostumbrado a leer y escuchar un mensaje preocupante pero repetitivo y, en alguna medida, lejano a sus intereses inmediatos. En este contexto, es difícil que los políticos se vean muy presionados a tomar medidas contundentes y más o menos inmediatas, aún cuando los datos científicos nos siguen diciendo que el proceso de calentamiento no se ha detenido y que se corre el riesgo de que se incremente.

Muchas veces, cuando las cosas van mal en un organismo o institución, se dice que "ha habido un problema de comunicación". Con frecuencia, se trata simplemente de culpar al mensajero, pero, cuando se dice en relación con el cambio climático, creo que ese planteamiento es real. Es verdad que es un tema con unas características que no facilitan mucho su comunicación o divulgación y que obliga a buscar nuevas formas y estrategias. Sin embargo, hay una regla básica, quizás la primera que se aprende en Comunicación, y que sigue siendo válida también en esta cuestión: hay que contar una historia, una narración, si queremos que el mensaje cale y despierte interés.

Por eso, y con el riesgo de resultar yo también cansino, insisto en algo que ya he expuesto en repetidas ocasiones: hay que articular una narración para medios y público clara, continuada y coherente. A mi juicio, eso no ocurre en la actualidad. Llegan mensajes sincopados, inconexos con mensajes anteriores, expuestos en lenguajes poco comprensibles...Y luego el silencio hasta un nuevo mensaje de este tipo... que puede ser o no coherente con el recibido anteriormente, y que, con frecuencia, dejan a gran parte del público sumido en la perplejidad...o en el desinterés.


Ilustración: Toté (blog.elcomic.es)

Es necesario, por tanto, construir un mensaje que logre mantener el interés y ayude a comprender el problema. Ese mensaje debería ser preparado periódicamente por un equipo multidisciplinar de expertos -científicos, ambientalistas, psicólogos sociales, pedagogos y comunicadores- y debería ser emitido de forma periódica, cada seis meses por ejemplo. La narración tendría que estar perfectamente conectada con la narración anterior, dando cuenta de novedades, modificaciones, o incluso rectificaciones, pero sin perder el hilo argumental básico. Se prestaría especial atención a los temas que puedan resultar más cercanos a los distintos públicos, tanto por geografía como por intereses, y se utilizaría un lenguaje sencillo y cercano, aunque ello llevara a alejarse un poco de la rigidez científica (algo que no tendría por qué ocurrir si cada vez se formara más a  la sociedad en la visión probabilística).  Y ese equipo de trabajo debería mantener algo así como una "comisión permanente" que estuviera al tanto de la aparición de informaciones interesantes y  que, mediante una breve nota de prensa, las incorporara de forma coherente a la narración básica.

Creo que la formación y soporte de un equipo y una actividad de este tipo podría correr a cargo, en el caso de España, de alguna de las fundaciones científicas o de difusión cultural que existen en nuestro país. Sería un valiosísimo servicio social, ampliaría el nivel cultural y propiciaría la investigación de nuevas formas de comunicación.

¿Cansados o desmotivados también en ésto?

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