20 de agosto de 2015

Las intensas y eficientes lluvias de la Valldigna: ¿orografía?...¿convergencias?

Ayer fueron noticia las importantes lluvias acaecidas en las zonas de la Safór y de la Marina Alta. Hubo valores muy significativos, pero destacó sobre todo el registro de Tavernes de Valldigna, donde, de forma puntual, se sobrepasaron los 200 mm en muy pocas horas.

El entorno sinóptico en que se desarrolló el episodio es bien conocido: pequeña vaguada en 500 hPa en lento desplazamiento y con temperaturas bastante "cálidas" (entre -8 y -10ºC), débil caída de presión en superficie y cierta convergencia en niveles bajos actuando sobre un aire mediterráneo pleno de energía, tanto por temperatura como por humedad disponible. En todo caso, quizás, lo que me extraña un poco de la situación es un cierto adelanto temporal, porque suelen ser más bien situaciones de finales de agosto o de primera quincena de septiembre. Pero, como este año muchas cosas parecen ir con 15 o 20 días de adelanto...

A las ocho de la mañana del 19 de agosto, ya aparece el desarrollo convectivo de la Safór y algunos otros cerca de la costa entre Murcia y Almería. Se encuentra casi en la zona delantera de una débil vaguada con eje sobre el cuadrante nororiental de la Península. Parece existir por tanto, un débil forzamiento dinámico que, en cualquier caso, habría que calcular. Obsérvese también, como una atractiva curiosidad e interesante reto, la gran estructura del golfo de Sirte.

Lo que si ha causado un cierto debate en las redes era si se trataba de nubes cálidas, muy eficientes y de moderado desarrollo vertical o bien existía convección profunda. Ya he comentado otras veces que en este tipo de situaciones pueden convivir los dos procesos y, si nos centramos en el caso de ayer, estas magníficas imágenes de Meteosat que ayer compartió por facebook Joan Carles Fortea, son verdaderamente ilustrativas al respecto.




Aunque no sé la hora exacta de la foto, está claro que amanece. Lo primero que llama mucho la atención es la larguísima y casi increíble sombra que proyecta el gran torreón nuboso que se desarrolla más o menos sobre la zona de la Safór y que, salvo ilusión óptica, alcanza hasta el valle del Guadalquivir.

La segunda imagen debe estar tomada no más de media hora después, de forma que la sombra, aún significativa, ha disminuido:



El gran "borbotón" debe estar ahora centrado en la zona de Tavernes o muy cercano a ella y, aunque habría que ver el pluviograma, probablemente fue el responsable de buena parte de la lluvia registrada allí. En cualquier caso, hay varios detalles importantes en la imagen, pero lo que quiero comentar fundamentalmente es lo siguiente:

Vemos muchos brotes convectivos crecer entre nubes más bajas. En general, salvo el de Tavernes, no parecen necesariamente ligados a la orografía (veánse incluso los existentes entre Murcia y Almería) sino, a mi parecer, bastante unidos a zonas de convergencia. Así, pueden verse varios brotes alineados en bandas que confluyen hacia el golfo de Valencia. Y, lo que sí parece claro es que, cuando alguna de esas bandas interfiere con la zona costera de la Safór, los desarrollos parecen ser mucho más importantes, como en el caso que se refleja aquí.

Lo expuesto me hace insistir más en mi intuición -ya expuesta hace tiempo en esta otra  entrada del blog- de que no es solamente el relieve lo que genera el disparo de grandes cumulonimbos en esa zona, sino más bien la convergencia realzada por el "triángulo" que finaliza en el cabo de la Nao y que perturba de algún modo el flujo del nordeste previamente establecido. Por supuesto, las cadenas montañosas litorales tienen un papel insustituible en el acalanamiento y represamiento del flujo húmedo y, de este modo, en la alimentación continuada de nubes cálidas que originan las eficientes precipitaciones de la zona. Pero, en el seno de ellas, un foco -o focos- de convergencias potenciadas, pueden forzar grandes desarrollos convectivos quizás con más eficiencia que el ascenso puramente orográfico, tal como las imágenes parece que sugieren. Es verdad, y no me atrevo a negarlo del todo, que a veces se han postulado como causa de esos desarrollos, pequeños embolsamientos fríos en niveles medios. Puede ser, pero mi intuición es que son más importantes aún las zonas de máxima convergenci forzadas por esa singular disposición geográfica.

En cualquier caso son intuiciones abiertas a la opinión y al debate. Como decía en mi entrada del blog a la que hacía referencia anteriormente, ¡qué importante sería un buen experimento de campo que permitiera un estudio en profundidad de estas situaciones y procesos! Aún sin él, es posible que experimentos numéricos con modelos cómo el HARMONIE (que ya debería estar en abierto en la web de AEMET) y la utilización a fondo de las redes de observación en la zona y muy particularmente la de AVAMET (a la que felicito por su excelente trabajo) nos permitiría llegar más allá de intuiciones. Creo que estas situaciones están pidiendo insistentemente que avancemos más en su comprensión y predicción.

9 de agosto de 2015

Remontadas de agosto

En estos primeros días de agosto están siendo noticia, por una parte, las fuertes tormentas que han afectado, sobre todo, a la mitad oriental peninsular, dando lugar incluso a inundaciones y avenidas relámpago y, por otro, las calimas y bochornos que se han extendido sobre buena parte de la mitad sur peninsular. Todo ello es el resultado de la interacción de, al menos, tres masas de aire, en una evolución típica de agosto, aunque, quizás, ligeramente adelantada.

Las tormentas han tenido lugar al interaccionar una entrada de aire atlántico más fresco con aire muy cálido, relacionado todavía en gran medida con la masa que provocó la extraordinaria ola de calor de julio. En ese aire había mucha energía disponible que se ha liberado mediante la interacción con el atlántico más fresco. Esa interacción ha dado lugar a una convección muy organizada y potente que ha generado, junto con las intensas lluvias,  fuertes granizadas y, posiblemente, algún tornado de baja intensidad. La parte más interesante de este proceso es que la masa cálida ha abandonado ya la Península y las temperaturas se han suavizado fundamentalmente en la mitad norte. 

Pero, por otra parte, y en combinación con la vaguada citada, ha tenido lugar una remontada de aire tropical -casi ecuatorial- que en principio empujó sobre España aire norteafricano muy polvoriento, dando lugar a las intensas y extensas calimas. Calimas que estaban presentes cuando esa vaguada originó las precipitaciones y que dieron lugar a consistentes lluvias de barro, que han llenado los lavaderos de automóviles. Pero, además, esa masa tropical ha originado también una intensa sensación de bochorno en el cuadrante suroeste peninsular. 

Esta imagen global del canal WV de Meteosat de hoy, 9 de agosto de 2015, muestra la robustez de la "remontada" tropical y cuasi ecuatorial. Obsérvese un fenómeno usual en estos casos como es la aparente rotura o debilitamiento de la zona de convergencia intertropical, que pronto vuelve a reconstruirse. Esta masa afecta al tercio sur peninsular con nubosidad y algunos chubascos y tormentas y, sobre todo, con una intensa sensación de bochorno. Sobre la mitad norte peninsular, todavía hay circulación atlántica del oeste-noroeste. La masa muy cálida que nos afectaba se ha desplazado hacia el Mediterráneo oriental. Al oeste de Canarias aparece una debil circulación ciclónica que, actuando sobre el aire cálido y húmedo de la "remontada", puede dar lugar a algunos chubascos y tormentas. Por fin, el pleno Atlántico norte, aparece la vaguada que nos afectará entre el martes y el miércoles


Esta "remontada", que también ha afectado con algunas lluvias a Canarias, suelen darse con alguna frecuencia en agosto y sobre ellas existen trabajos clásicos de algunos meteorólogos españoles como Alberto Linés e Inocencio Font que pueden consultarse tanto en la Revista del Aficionado a la Meteorología (RAM) como en la de Divulgameteo. En cualquier caso, la dinámica -y probablemente- la termodinámica de estas situaciones es tan compleja que a veces no son bien manejadas por los modelos numéricos y se convierten  en uno de los principales retos de la predicción veraniega en España.

Este escenario, en el que nos encontramos, parece que va a cambiar de nuevo entre el martes y el miércoles por la llegada de otra vaguada atlántica, algo más profunda que la que acaba de pasar. Junto a la bajada de temperaturas, habrá que estar atentos a su interacción con lo que pueda quedar sobre nosotros de la masa tropical. Y también a lo que esa masa, ayudada por una débil perturbación de niveles altos, pueda originar en Canarias. 

En cualquier caso, nos encontramos ante una primera quincena de agosto bastante normal aunque origine algunos fenómenos singulares. Nada que ver con el extraordinario julio que hemos padecido y que pide a gritos una profunda investigación, tanto desde el punto de vista dinámico como climatológico o estadístico. Hay que profundizar en lo que mi colega Agustí Jansà se pregunta en el título de un excelente artículo que hoy ha publicado en Arabalears: Estiu 2015: excepció o tendència?

1 de agosto de 2015

Visión de agosto


En este atípico verano de 2015, es difícil saber cómo se va a comportar el mes de agosto que hoy empieza, si bien la predicción mensual del Centro Europeo/AEMET, apunta hacia temperaturas normales, o algo por debajo, sobre todo a partir de la próxima semana. 

Lo que si podemos saber es lo que la climatología y la meteorología nos dicen de este mes. Ahí va a continuación un fragmento del capítulo dedicado a agosto en mi libro Meses y tiempos:





VISIÓN DE AGOSTO

Agosto es mitad verano…y mitad final del verano. La fiesta de la Asunción de la Virgen –la Virgen de agosto- marca sociológicamente un punto de inflexión. Es como, si a partir de esa fecha, el calor bajara de intensidad, o se percibiera de pronto que los días ya han acortado mucho:

Por la Virgen de agosto, a las siete ya está fosco

Quizás el refrán exagera un poco, pero comienza a extenderse ya una sensación de despedida del verano, de retorno a las tareas habituales y a la preparación del nuevo curso.
Pero, aún así, la climatología nos presenta a agosto como un mes del todo veraniego. Su temperatura media es igual que la de julio -23,4ºC- si bien se van notando ya las noches más frescas:

Agosto, por el día fríe el rostro; pero por la noche frío en rostro

La razón es el avance del tiempo nocturno, unos 60 minutos más respecto a julio, lo que da lugar a una irradiación más duradera de la superficie terrestre y, por tanto, a un mayor descenso de las temperaturas.

Por lo que respecta a las lluvias, su valor medio muy parecido al de julio: 24 mm. Salvo las producidas por el paso de algún frente por las tierras norteñas, todas provienen de la actividad tormentosa que suele ser más frecuente en la segunda quincena, sobre todo a partir del día 20:

Por San Bartolomé, tormentas ha de haber

A veces, estas tormentas están ligadas a entradas de perturbaciones de carácter tropical que, como ya vimos en el capítulo dedicado a septiembre, ascienden desde Canarias o por el interior de África hasta la mitad sur de la Península Ibérica. Hasta hace diez o quince años, daban muchas sorpresas a los meteorólogos –y por supuesto al público- debido al escaso conocimiento de las mismas y a su deficiente manejo por parte de los modelos numéricos, pero en la actualidad son ya fácilmente predecibles.

Sobre la oportunidad de las lluvias de agosto, ha existido una tradicional discrepancia entre las gentes del campo, tal como expresa certeramente este refrán:

El agua de agosto fastidia la era; pero apaña la rastrojera”

pero también algún juicio muy negativo:

Agua por la Virgen de agosto, quita aceite y agua el mosto

Y, sin embargo:

Cuando llueve en agosto, llueve miel y llueve mosto

En cualquier caso, parece que calor y poco agua es lo que se le pide al mes para asegurar unas buenas cosechas en los meses posteriores:

Lo que agosto madura, septiembre la asegura

 Pero, de una forma u otra, se reconoce su escasez durante este mes:

Llueva o no llueva, en agosto la huerta riega

Si por algo destaca agosto desde el punto de vista de la meteorología popular es por la tradición de las cabañuelas. Son muchas las personas creyentes en ella, o al menos curiosas, que dedican buena parte del mes a la observación escrupulosa de los cambios de tiempo, incluso los muy tenues.Lo hacen durante los primeros doce días del mes, o incluso los primeros veinticuatro si se utiliza otra metodología, en el convencimiento de que el tiempo de cada uno de estos días se corresponde con un determinado mes del año próximo. Son tantas y tan distintas las metodologías empleadas y tan discutibles las hipótesis de partida, que poco crédito puede darse a todo ello desde el punto de vista de la ciencia actual. Sin embargo, ello no obsta para otorgar a las cabañuelas y a los cabañuelistas un gran respeto como a cualquier otra actividad humana hecha con gusto, curiosidad y respeto. Y además, uno se pregunta con curiosidad y humildad, qué puede haber detrás de esta tradición milenaria que la ha permitido mantenerse incólume generación tras generación.

Agosto es rico en importantes efemérides de carácter meteorológico relacionadas, como en julio, con calores y tormentas. Así, destaca absolutamente la famosa ola de calor de agosto del 2003 que se extendió por la Península y Baleares durante quince días aunque con puntas más marcadas en los primeros días del mes así como en sus días finales y que puede considerarse como la ola de calor más importante acaecida en España desde que hay registros.

Otros episodios importantes de calor fueron los de finales de agosto de 2010 en las Comunidades Valenciana, Murciana y Baleares con una temperatura de 43ºC en Valencia -que iguala su record absoluto del 26 de julio de 1881- pero que fue superada en otros puntos de la Comunidad por valores que llegan a superar los 45º, mientras que en la isla de Ibiza se registró su valor máximo con 42,2ºC.

Cabe también recordar el episodio de fuerte calor del comienzo de la segunda decena de julio de 2012. Duró tres días y en su transcurso algunas estaciones del Valle del Guadalquivir llegaron a superar los 45ºC. Otros valores importantes fueron 44,6 ºC en Alcantarilla (Murcia), 43,1 ºC en Toledo, 42 ºC en Albacete-Los Llanos, 42,3 ºC en Zaragoza, 41,4 ºC en Huesca-aeropuerto, 40,2 ºC en Teruel, 42,3 ºC en Pamplona-aeropuerto, 41 ºC en Salamanca y 40,6 ºC en Madrid-Retiro. En esta situación la isoterma de 30ºC en 850 hPa alcanzó la zona del Estrecho de Gibraltar y ello explica también perfectamente la mínima de 30ºC registrada en Melilla la noche del 9 al 10.

En la ocasión descrita, la gran expansión de la dorsal cálida africana afectó también de lleno a las islas Canarias registrándose una máxima de 44,7ºC en Mogán, en la isla de Gran Canaria. Otros episodios importantes de calor en el archipiélago en este mes fueron los de finales de agosto de 1990, con máximas que superaron los 40ºC en amplias zonas, o también los de finales del mes en el 2004 que duró cinco días.

Por lo que respecta a las lluvias de origen convectivo, no puede dejar de recordarse las que afectaron al País Vasco los días 26 y 27 de agosto de 1983. Un pequeño embolsamiento de aire frío llegado desde el interior de Francia en el seno de una corriente bastante inestable del nordeste, provocó, con el concurso del aire cálido y húmedo de niveles bajos, aguaceros torrenciales que llegaron a acumular en algunos puntos más de 500 mm en 24 horas. Las riadas y desbordamientos fueron de tal magnitud que fallecieron 47 personas y los daños materiales fueron cuantiosísimos.

Otros dos recuerdos imborrables de tormentas de agosto pertenecen a los años 1995 y 1996. En el primero de ellos, el día 10 una gran tormenta se cernió sobre la zona de Yebra y Almoguera, en la provincia de Guadalajara. Si bien la precipitación de 60 mm en una hora no parece excesiva aunque sí importante, el represamiento y posterior avenida de un arroyo originó una inundación repentina que se cobró la vida de diez personas. El año siguiente, el día 7, una tormenta anclada en la zona pirenaica de Biescas originó una gran avenida en un torrente de la montaña en cuya salida estaba instalado el camping “Las Nieves”. La riada fue de tal magnitud que originó 87 fallecidos, un desaparecido y unos 200 heridos.

Aún sin llegar a originar desgracias como las relatadas, algunas tormentas de agosto destacan por sus grandes cantidades de precipitación. Como ejemplos pueden citarse las del 25 de agosto de 1982 en el País Vasco con 185 mm en San Sebastían y 127 en Igueldo, o las del 8 de agosto de 2009 en zonas del interior peninsular que dejaron 115 mm en Cubo de la Solana y 110 en Calatañazor.

A veces, no es tanto el valor absoluto de la precipitación sino su gran intensidad. Quizás las efemérides más llamativas a este respecto sean la del 25 de agosto de 2007 en Gotarrendura, en la provincia de Ávila con 194 mm/hora, la del 19 de agosto de 2010 en la Base Aérea de Albacete con 138, o la del 13 de agosto de 2010 en Cuenca con 133 mm/h.

También se han registrado algunos tornados en agosto. El más importante de los reseñados hasta la fecha es el acaecido el 28 de agosto de 1999 en la sierra del Rayo, en Teruel. Llegó a alcanzar nada menos que una intensidad F3 y tuvo un recorrido de unos 12 km derribando miles de pinos, aunque sin causar otros destrozos.

Por lo que respecta a la actividad eléctrica de las tormentas y aunque la base de datos sea todavía muy pequeña, destaca mucho el número de rayos registrados en toda España el 17 de agosto de 2003. Ese día, la red de detección de AEMET registró 60201 descargas que constituye uno de los mayores registros desde que hay observaciones con esta red.

Para finalizar esta relación de efemérides, hay que hacer referencia a las grandes lluvias provocadas en Canarias el 18 de agosto de 2005, cuando una perturbación de tipo subtropical afectó al archipiélago con precipitaciones que sobrepasaron los 100 mm en algunos puntos de la isla de Tenerife.

Pero, más allá de las tormentas que circunstancialmente se registran, la tónica de agosto es, junto con el calor, la sequedad ambiental en las zonas no costeras. Esa sequedad tiene reflejo en las calimas que blanquean en mayor o menor medida el cielo y a su vez es causa fundamental –al menos causa necesaria, si no suficiente del todo- para los incendios forestales, que registran un máximo de incidencia durante este mes, y colaboran con sus grandes humaredas a  hacer aún más blancos u opacos los cielos de agosto.