22 de septiembre de 2017

El final del verano

Hoy, 22 de septiembre, finaliza el verano astronómico, tal como ya lo hizo el trimestre veraniego del 1 de junio al 31 de agosto. Es quizás el momento de hacer un rápido y personal balance de lo ocurrido desde el punto de vista meteorológico, así como de reflexionar algo sobre la situación actual y su posible evolución. 


Hoy, 22 de septiembre. La imagen del equinoccio
De acuerdo con las informaciones de AEMET este trimestre veraniego ha sido el segundo más cálido desde 1965, superado sólo por el del 2003 y por delante de los de los años 2015 y 2016.  


A este respecto me sorprendió mucho el comportamiento de junio con una anomalía de nada menos de 3º sobre la media de 1981 a 2010. En el recuerdo permanece ese periodo de temperaturas muy elevadas, que pudo ser considerado como "ola de calor" al menos entre los días 13 al 21, y con la superación de distintos récords de temperatura en muchos observatorios. Ello le convirtió en el junio más cálido desde 1965 y, junto con otras situaciones parecidas, es coherente con los resultados de algunos estudios que indican claramente cómo en España el verano va invadiendo poco a poco a la segunda mitad de la primavera.

Julio también fue cálido pero no de una forma tan exagerada, ya que la anomalía fue de 0,9ºC. Aunque se dieron dos o tres periodos de temperaturas muy altas, sólo puede considerarse como ola de calor el comprendido durante los días 12 al 16. En él se registraron las temperaturas más altas de todo el verano siendo la más alta la de 46,9ºC observada el día 13 en el aeropuerto de Córdoba. Cabe recordar que ello dio lugar a un debate sobre si este dato constituía el récord absoluto de temperatura máxima en España, unido a la cuestión de cómo deben considerarse y usarse los datos de la red secundaria de observación. 

Ya en los últimos días de ese mes de julio comenzó el acercamiento a la Península de una vaguada atlántica en fase de estrechamiento que provocó, nada más comenzar agosto, una marcada entrada de aire africano con una gran elevación de las temperaturas, muy acusada en el área mediterránea. La aparición de fenómenos mesoescalares tales como reventones cálidos y efectos foehn ligados a la marcada circulación del sur-suroeste sobre esta zona,  contribuyeron a otra superación de récords térmicos en algunos observatorios de Baleares. Esta situación, que se prolongó durante algunos días de agosto, dio lugar a un nuevo periodo de ola de calor entre los días 3 y 5. Después sucedieron algunos altibajos aunque predominando el calor, de modo que este mes se caracterizó finalmente por una anomalía positiva de 1ºC. 

Por lo que respecta a las lluvias, la precipitación media ha sido de 79 mm,  muy ligeramente por encima del valor medio que es de 74. En cualquier caso, al estar originadas por la actividad tormentosa con distribuciones e intensidades tan irregulares, no es un dato que pueda considerarse muy relevante y que para nada mejora la grave situación de sequía de gran parte del territorio español. De todos modos no se pueden olvidar algunos episodios de tormentas muy fuertes, tales como las que afectaron a amplias zonas del centro peninsular durante los días 6 al 8 de julio y que dejaron como registro de lluvia más elevado 98 mm en Cuenca el día 7. 


Durante la tarde-noche del 6 de julio y la madrugada del día 7 se produjeron en la zona centro fuertes tormentas, tal como muestra esta foto obtenida a las 2,30 h de la madrugada del día 7 en Toledo por Victor Sanchez Infantes

En septiembre, primer mes del trimestre otoñal, la atención meteorológica se ha orientado fundamentalmente hacia la gran actividad de huracanes que se registra en la cuenca atlántica y que se están caracterizando por su intensidad y también a veces por su tamaño. 



Imagen obtenida por el satélite GOES-16 el 8 de septiembre. En ella aparecen tres huracanes. A la izquierda, Katia, en el centro Irma y a la derecha José (foto: NOAA)

Como no podía ser de otra manera ello ha dado lugar a un recrudecimiento del casi eterno debate sobre sí el cambio climático está siendo responsable de ello. Hay que esperar a los resultados de estudios de atribución que se están llevando a cabo pero, en cualquier caso, ya se han manifestado opiniones para todos los gustos. Sigue predominando la idea de que océanos más cálidos no deben originar en principio más huracanes, pero si hacerlos más potentes. Sin embargo, las opiniones son en general cautas debido a la dificultad de saber cómo van a evolucionar en el contexto del cambio climático las circulaciones del chorro polar y sobre todo del subtropical, responsables de la aparición de una mayor o menor cizalladura vertical que es el otro factor verdaderamente importante en el desarrollo de los ciclones tropicales. Y ello, sin profundizar en cuáles pueden ser los cambios en las corrientes oceánicas, ligados a oscilaciones de mayor escala temporal, y que pudieran conducir a reubicaciones o expansiones de las aguas marinas más cálidas.

Ya en nuestras zonas la preocupación por la falta de lluvias se acentúa dada la situación de grave sequía que afecta a muchas zonas y que se viene prolongando desde al menos tres años como puede comprobarse en los mapas del índice de precipitación estandarizado para varios periodos que se muestran en la web de AEMET. 


Mapa del índice de precipitación estandarizado (SPI) calculado desde septiembre de 2016 a agosto de 2017. Todas las zonas muestran una clara falta de precipitaciones excepto las zonas mediterráneas del Sureste donde cabe recordar que gran parte de  ellas tuvieron carácter muy fuerte y fueron muy concentradas en el tiempo.

Dado que septiembre no parece que nos vaya a dar ya lluvias importantes sino más bien tiempo seco con temperaturas diurnas relativamente elevadas sólo cabe esperar al comportamiento del resto de meses otoñales. si bien las predicciones estacionales obtenidas por distintos modelos no coinciden demasiado, las elaboradas por el Centro Europeo, tras apostar por una tendencia más bien seca en octubre -que no significa necesariamente ausencia de lluvias intensas, concentradas y peligrosas en el Mediterráneo-, apuntan hacia unos meses de noviembre y diciembre con lluvias por encima de la media. 





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Y ello dentro de un escenario en el que el fenómeno de La Niña parece haber ya comenzado casi de forma sorpresiva. No sabemos realmente de una forma clara -aunque muchas conjeturas se han expuesto- el tipo de tiempo que esta evolución periódica pueda dar en Europa occidental, del mismo modo que también se ha especulado mucho sobre cómo puede afectar al otoño-invierno europeo una marcada actividad ciclónica en el Atlántico. 


Si bien con grandes diferencias en cuanto a su intensidad, hay un consenso generalizado en la presencia de La Niña durante los próximos meses ¿Cómo afectará a España?

En cualquier caso, y desde un punto de vista climatológico, siguen -tienen que seguir- las esperanzas puestas en octubre y noviembre ya que, como los estudios científicos parece también demostrar, las precipitaciones más significativas en nuestras zonas tienden a ocurrir más en otoño que en primavera. 

Por tanto, fin del verano y a la espera de que octubre empiece a mostrar sus cartas. ¿Estamos preparados si aparecen lluvias violentas? ¿Se limpiaron cauces y ramblas? ¿Se ha hecho, o está prevista alguna campaña de concienciación sobre potenciales riesgos fundamentalmente  en el área mediterránea?