20 de octubre de 2017

Ophelia, el fuego y la lluvia

En mi entrada anterior me refería al interesante y relativamente extraño proceso de formación del huracán Ophelia y de su trayectoria hacia el occidente europeo. Al mismo tiempo expresaba mi convencimiento de que cada vez debemos estar más atentos a los desarrollos y trayectorias de las circulaciones ciclónicas tropicales y subtropicales y, en general, del comportamiento del chorro subtropical en nuestra área geográfica.


Imagen del canal 5 (WV) de Meteosat a las 19 UTC del sábado 14 de octubre. Se ve claramente a Ophelia a mucha distancia de la Península Ibérica

Pues bien, una vez que la profunda borrasca extratropical en que, finalmente, se convirtió Ophelia se ha desvanecido en el seno de la atmósfera, me parece interesante incidir sobre dos consecuencias relacionadas con ella en mayor o menor medida, que me han llamado la atención y que  nos han afectado en los últimos días. Una, la ocurrencia de los incendios en el noroeste peninsular. La otra, las fuertes lluvias que siguieron en gran parte de la Península, provocando una rotura muy transitoria del régimen anticiclónico en el que llevamos instalados de forma casi permanente. 

Por lo que se refiere a los incendios, antes de nada, me parece importante recordar el escenario general ambiental en el que se desarrollaron y que queda en buena parte reflejado por el mapa del Standard Precipitation Index (SPI) de octubre de 2016 a septiembre de 2017, y que nos da una idea de la escasez de lluvias en ese periodo: 


Los colores "cálidos" aparecen en zonas de déficit de precipitación respecto a valores normales desde octubre de 2016 a septiembre de 2017. Impresiona la situación del noroeste peninsular

En cualquier caso, la escasez de lluvias en el noroeste peninsular viene ya de largo, como puede verse en este otro mapa de SPI correspondiente al conjunto de los tres últimos años. 

Entre octubre de 2014 y septiembre de 2017, el déficit de precipitación se extendió por todas las zonas aunque con mayor intensidad en el noroeste y nordeste. 

Pues bien, en ese contexto de extrema sequedad, ocurrió el fuerte remonte  de aire tropical, cálido y seco, del suroeste que afectó desde mediados de la semana pasada a la Península, y que lo hizo con mayor incidencia en el tercio occidental de la misma, tal como se ve en este mapa del Centro Europeo.


Topografía de 500 hPa y campo térmico a 850 hPa del sábado 14 de octubre a las 12 UTC (fuente: Centro Europeo de Predicción a Medio Plazo)
Y fue en este escenario cuando durante la tarde-noche del domingo 15,  huracán Ophelia, ya en plena transición extratropical, pasó a no gran distancia de las costas occidentales peninsulares produciendo un aumento del viento cálido y seco, facilitando el traspaso del peligroso umbral 30-30-30 en las regiones del noroeste. Unas condiciones que han ocurrido en Galicia en más ocasiones, pero supongo que no tantas en octubre y tras una escasez de lluvias tan prolongada.



A las 19 UTC del 15 de octubre, 24 horas después de la imagen anterior, y cuando los incendios surgían con gran intensidad en el noroeste peninsular. Ophelia pasaba cerca de Galicia y provocaba sobre estas zonas una notable entrada de aire tropical al menos en la troposfera media, con un claro aumento del viento en superficie. 

No soy muy experto en incendios forestales pero creo que, en esas condiciones, las chispas procedentes de pequeños fuegos, voluntarios o involuntarios, pudieron prender con facilidad en piñas o ramas de árboles que el fuego transportó a gran velocidad y con tremenda eficiencia.

Sin embargo, sí hay un detalle meteorológico que probablemente no tuvo ninguna relevancia en el rápido desarrollo y propagación de los incendios pero que sí quiero comentar por si alguien experto en su dinámica le puede resultar interesante. En las imágenes de algunos canales de Meteosat, muy especialmente, en el 6 y en el 9, se observa sobre Galicia, aunque con cierta dificultad, una nubosidad típica de ondas gravitatorias. No se generaron allí sino que se vinieron propagando a lo largo del día 15 sobre la primera banda o filamento nuboso  que se acercaba desde el océano.


En esta imagen del canal 6 de Meteosat correspondiente a las primeras horas de la noche del día 15, se observa como Ophelia  está completando su transición extratropical cerca de Galicia, al tjempo que advecta sobre el occidente peninsular una masa de aire tropical relativamente húmedo en los niveles troposféricos medios. En el seno de esa masa, y al menos sobre la mitad oriental de Galicia, se observan esas nubes transversales, típicas de ondas gravitatorias. 

Ese tipo de estructuras conviene tenerlas en cuenta porque, a veces, su rotura provoca movimientos verticales del aire que puede producir reventones cálidos o, al menos, cierta turbulencia. No tengo ninguna constancia de que ello ocurriera, y casi con toda seguridad fue el viento en aumento el responsable de la rápida propagación del fuego...pero me parecía interesante reseñarlo. 

Por lo que se refiere al temporal de lluvias fuertes que nos afectó a continuación he de confesar que me "chirriaban" un poco algunas expresiones que apuntaban a que Ophelia podía abrir el paso de las borrascas atlánticas hacia la Península. Sin embargo, vista la evolución de las topografías de 500 hPa de los días 16 al 19, sí que considero la posibilidad de que pudo ser la interacción de Ophelia con la vaguada del chorro polar  la que forzó a la circulación a reestructurarse, dando lugar a que la vaguada que venía a continuación se frenara, se estrechara después y, finalmente, acabara dando lugar a la dana que nos ha acaba de afectar.  Esa evolución puede verse en los siguientes análisis de las topografías de 500 hPa:



Análisis del 16 de octubre a 00 UTC. La vaguada con la que ha interaccionado Ophelia se encuentra al noroeste de Galicia. Una segunda vaguada del chorro polar la sigue en pleno Atlántico. 

Análisis del 17 de octubre a 00 UTC. La segunda vaguada ha bajado de latitud y se acerca al noroeste peninsular


Análisis del 18 de octubre a las 00 UTC. La vaguada se estrecha, al tiempo que avanza muy lentamente hacia el este.


Análisis del 19 de octubre a las 12 UTC. La vaguada ha dado ya lugar a una dana sobre el interior peninsular.

Tiende a reafirmarme más en ello, el hecho de que, tras su paso, la gran dorsal norteafricana se vuelve a extender sobre España y parece que va a seguir haciéndol0 al menos hasta fin de mes. Sin embargo, a favor de que Ophelia no hubiera intervenido significativamente, está el hecho de que la dana se haya formado en unas fechas climatológicamente muy proclives para procesos de este tipo  en nuestra zona. 

De una forma u otra, supongo que no tendremos que esperar a una nueva interacción de alguna estructura tropical o subtropical con el chorro polar para que vuelvan las necesarias lluvias. En cualquier caso, y como apuntaba anteriormente, creo que debemos estudiar, conocer y vigilar cada vez más la atmófera tropical y subtropical, esa atmósfera que parece ascender cada vez más hacia el norte.





11 de octubre de 2017

Ciclones tropicales y España

Seguimos instalados de forma casi permanente en el seno de una masa de aire tropical o subtropical que mantiene durante el día un ambiente prácticamente veraniego. Al mismo tiempo, la circulación del chorro polar se mantiene muy alta, de forma que las ondulaciones profundas del mismo -y que pudieran dar lugar a danas- no llegan a nuestra zona geográfica. Todo ello está dando lugar a un otoño, no del todo desconocido, pero sí bastante atípico, tanto por la práctica ausencia de lluvias con problemas ya serios de sequía y de suministro de agua, como por los curiosos récords de temperaturas máximas alcanzados. Y todo ello en el contexto de un año que apunta, una vez más, a ser el más cálido o uno de los más cálidos de los registrados hasta ahora en España.

Sin embargo esa atmósfera tropical, que poco a poco va subiendo de latitud en el hemisferio norte, no es una estructura estática sino que tiene sus propios vórtices o estructuras ciclónicas de mayor o menor entidad provocadas por circulaciones del chorro subtropical o por otras que no llegan a tener características de chorro.  Un ejemplo de ello ha surgido estos días con la formación del la hasta ahora tormenta tropical Ophelia algo al sur del archipiélago de Azores. 

A diferencia del proceso típico de formación de estas estructuras, que suele estar unido a la presencia de ondas del este circulando en latitudes más meridionales, en este caso, el desarrollo está teniendo lugar bajo el núcleo de una dana. Ésta le proporciona aire frío en niveles medios-altos que alimenta y mantiene una potente actividad convectiva y una casi total ausencia de cizalladura. En esta situación esa potente convección da lugar a descensos de presión en superficie que, si se mantienen en el tiempo, originan una débil circulación ciclónica que pasa a ser depresión y luego, como en este caso, evoluciona a tormenta tropical y a huracán. 

La tormenta tropical Ophelia a las 06 UTC de hoy 11 de octubre y a punto de convertirse en huracán de categoría 1

La evolución de este tipo de situaciones puede ser básicamente de dos tipos, ligados a su vez a la evolución de la propia dana: o bien acaban desapareciendo en pleno océano por debilitamiento de la convección ligada al debilitamiento de su dana madre, o bien la siguen en su desplazamiento en el caso de que sea captada por alguna circulación del chorro polar o  subtropical. 

En el caso de Ophelia todo parece indicar que va a ser una vaguada algo más profunda del chorro polar la que va a arrastrar a la dana en su zona delantera, al tiempo que la debilita y la hace desaparecer englobada en su propia circulación.

Topografía de 500 hPa prevista por el Centro Europeo para las 00 UTC del sábado 14 de octubre. Puede verse al sur de Azores la pequeña dana que da soporte a Ophelia y el acercamiento de la vaguada del chorro polar que la va a conducir hacia zonas cercanas a Galicia al tiempo que la absorbe en su circulación. Ello contribuirá a la transformación de Ophelia de ciclón postropical a borrasca extratropical.

De esta forma, Ophelia va a ser conducido hacia zonas marítimas cercanas a Galicia sin que en este momento sea posible conocer de una forma determinista que áreas concretas van a ser afectadas, algo que conduce, por supuesto, a establecer una vigilancia continuada y a la emisión en su caso de los correspondientes avisos. Por otra parte, además de la trayectoria concreta que pueda seguir, hay que estar muy al tanto a la profundización e intensificación que, según algunos modelos, podría experimentar en su viaje hacia nuestra zona y que podría ser debido -aunque es algo que habría que estudiar con más detalle- a su interacción con la zona baroclina de la vaguada que lo arrastra. 

La situación de Ophelia al oeste de Madeira prevista para las 00 UTC del sábado 14 de octubre.

Situación de Ophelia a las 00 UTC del lunes 16 de octubre. Puede observarse la gran profundización que ha experimentado y que puede estar relacionada con su transformación a borrasca extratropical pero que, en cualquier caso, hay que vigilar muy de cerca. 

En cualquier caso, en lo que me interesa detenerme un poco más es en la génesis de este ciclón. La formación de estructuras de este tipo en el seno de danas en latitudes medias no es algo desconocido. Están bien documentados casos tanto en pleno Atlántico (recordemos entre otros el caso de "Vince" casi en estos mismos días del año 2005), o incluso en el Mediterráneo bajo la forma de "medicanes" y de una manera al menos todavía muy anecdótica en el Cantábrico bajo el nombre, probablemente prematuro, de "biscane", tal como puede verse en este artículo recientemente publicado en la revista Weather.

Si volvemos al caso actual, de desarrollo atlántico, me parece muy interesante profundizar un poco en el origen de la, en principio, dana que ha permitido el nacimiento de Ophelia. Si se examinan las imágenes hemisféricas del canal de absorción de vapor de agua de Meteosat desde el día 6 hasta hoy, todo parece indicar que no proviene del estrangulamiento de una vaguada del chorro polar, sino más bien de la formación de una onda en el seno de un chorro -o al menos una corriente- subtropical que arranca prácticamente desde el ecuador. Da la impresión de que esa onda se cierra pronto y origina esa ¿dana? en cuyo seno se inicia la marcada convección que acabará dando nacimiento a Ophelia. 

Imagen de vapor de agua a las 06 UTC del 6 de octubre. A la izquierda de la imagen, la gran vaguada del chorro subtropical



Veinticuatro horas más tarde, a las 06 UTC del 7 de octubre se ha desarrollado con mucha rapidez una onda ¿proceso ciclogenético? en el seno del ramal ascendente del chorro


Y otras 24 horas después y a partir de un proceso que no parece ser similar al del estrangulamiento del chorro polar aparece una circulación cerrada en cuyo seno comienza a desarrollarse la potente convección que acabará dando lugar al nacimiento de la depresión tropical que acabará siendo la, hasta ahora, tormenta tropical Ophelia

¿Puede haber algo "nuevo" en este tipo de procesos que pudiera hacerlos más frecuentes o activos en el futuro?, ¿ Podrían llegar a ser un mecanismo de producción de lluvias en nuestras zonas geográficas si  sigue esta escasez de visitas de estructuras ligadas al chorro polar? 

Mi opinión es que este tipo de aparición de ondas en las circulaciones subtropicales probablemente han ocurrido siempre, si bien las observamos desde que disponemos de las imágenes de vapor de agua de los satélites geoestacionarios. Lo que cabría preguntarse es si el impacto del calentamiento global puede dar cambios en la frecuencia de su formación o en que lo hagan en distintas zonas geográficas. Pero, más allá de eso, aunque con cierta relación, lo que me parece más interesante es que el aumento de temperaturas de los océanos, y en este caso del Atlántico, puede dar lugar a una actividad convectiva, cada vez más potente, en el seno de estas estructuras. Una convección  que podría llegar a ser capaz, como en este caso de Ophelia, de dar lugar a la formación cada vez más frecuente de ciclones tropicales en zonas relativamente cercanas a Canarias y a la propia Península.

Otra cuestión es cómo podrían llegar hasta nuestras zonas desde el lugar de su formación, es decir, qué estructuras podrían conducirlos y cómo serían modificados. Pero eso ya es especular demasiado. Afortunadamente empiezan a desarrollarse trabajos científicos sobre estas cuestiones que darán luz sobre estas cuestiones que aún se mueven en el terreno de las hipótesis.